Portales ya no mires atrás. La historia de Verónica Fernandez y su arte que invita a cruzar umbrales.

A veces el arte no solo se mira: se atraviesa, se siente, se transforma. Así nos invita a hacerlo Verónica Fernandez, artista apasionada y profesora de Bellas Artes, licenciada en Artes Visuales, en su exposición “Portales, ya no mires atrás”, inaugurada en El Atelier de Lola Palacios, en Palermo, Buenos Aires.

Verónica presentó una serie que no sólo expone obras: invita a vivirlas, tocarlas, atravesarlas. Las puertas —esos objetos cotidianos cargados de simbolismo— para esta artista son una forma de hablar de cambios, de transiciones, de heridas que se cierran y caminos que se abren. Cada una de sus obras es un portal hacia un mundo posible, hacia una historia que, aunque profundamente personal, también resuena en quien interactúa con ella.

Sus inicios:

“Siempre me gustó pintar, pero durante años lo viví como algo más de la audiencia que mío”, confiesa. Hasta que, un día, su voz interior —esa que a veces susurra más que grita— le pidió algo diferente: crear desde su verdad, su intuición, su deseo. Así nació esta serie de doce obras que, en palabras de la propia artista, “surgieron solas, una después de la otra, como un río que empieza a fluir cuando ya no intentamos contenerlo”.

Su exposición no es sólo para mirar: es para sentir. Algunas de sus puertas se pueden tocar, abrir, experimentar. Porque para Verónica el arte no es un espectáculo distante; es un puente que une al creador y al espectador en una misma emoción.

El proceso de creación fue, para ella, una sanación en movimiento. Cada trazo, cada material elegido, fue un paso más en su propio camino de transformación. “Hay heridas que se curan con colores”, dice. En un encuentro íntimo y profundo, conversamos sobre su proceso creativo, su historia personal y la huella que deja cada obra. Hoy te invito a cruzar, junto a ella, estas puertas simbólicas.


Una charla íntima:

Mariana Urdaniz—Verónica, tu muestra lleva un título muy potente: “Portales, ya no mires atrás”… ¿Qué te llevó a elegir ese nombre?

“El nombre surgió de una anécdota muy especial. Mientras creaba, con música de fondo, sonó la canción ‘Ya no mires atrás’ de Luis Alberto Spinetta. En ese instante, supe que ese debía ser el nombre de mi muestra. La intuición me habló claro.”

“Además, siento que refleja mucho mi forma de ser. Soy una persona que siempre mira hacia adelante. Creo que en la vida uno carga una mochila de experiencias, y está bien mirarla, interpelarla, ver qué aprendimos de ella… pero no aferrarnos a ese peso. Mi convicción es seguir caminando, con perseverancia y constancia, hacia el futuro que podemos construir.”

—¿Qué te motivó a pintar puertas? ¿De dónde nació esa inspiración?

“Siempre me gustó sacar fotos de puertas, especialmente en lugares inhóspitos o recónditos cuando viajaba con mi familia. Puertas olvidadas en medio de caminos de tierra, casas aisladas… esas puertas que nadie mira, a mí me conmueven.
Las fui registrando y guardando, y un día me animé a pintar una. Después otra. Primero les ponía paisajes, pensando que una puerta sola era ‘poca cosa’. Hasta que entendí que, en su sola presencia, las puertas ya hablan.”

Entre risas y emoción, Verónica compartió además un recuerdo de infancia que dejó una huella profunda en su imaginario:

“La primera puerta que se me vino a la mente fue la de la casa de mi abuela. Era la puerta de un placard enorme, de esos antiguos donde uno podía meterse adentro y quedarse en un pasadizo oscuro. Siempre soñaba que detrás de esa puerta existía otro mundo, como una especie de Narnia… aunque aún no existía la película.
Creo que desde entonces, las puertas me interpelan: son símbolos de lo que está oculto, de lo que podemos descubrir si nos animamos a cruzarlas.”

Por eso, en su muestra, cada portal es distinto, único, cargado de historia y de posibilidades.

—¿Qué parte de tu historia personal se refleja en esta exposición?

“Creo que todo. Soy yo. La textura en mis obras representa las huellas que uno va dejando en la vida: heridas, alegrías, pérdidas, conquistas. Para mí, la materia es tan importante como el color. Lo que uno toca, también lo siente. Y eso es fundamental en mi arte.”

—¿Cómo fue tu proceso creativo para esta serie?

“Fue muy intuitivo. Me dejé llevar. Y algo importante: me animé a mezclar materiales sin encasillarme en las clasificaciones de la academia. Pintura, técnica mixta, texturas… todo se fusionó para expresar lo que yo sentía.”

Si tuvieras que elegir una obra de esta muestra como la que más te representa hoy, ¿Cuál sería y por qué?

“Sí. Hay una puerta que me representa profundamente. Es una caja construida que integra mis tres pasiones: la pintura, el tejido y la cerámica.
Adentro, hay pequeños objetos cerámicos, un diminuto telar, un trabajo de texturas y colores. Es una síntesis de lo que amo: la creación, la construcción, la calidez del tejido que cobija, la fuerza de la cerámica, el alma de la pintura.
Poder fusionarlas fue un logro muy personal.”

Sobre esa obra tan especial, Verónica agrega:
“Tejer siempre fue para mí una forma de dar protección, sobre todo en invierno. La cerámica me conecta con la tierra, con el origen. Y la pintura me atraviesa desde siempre. Unir todo eso fue construir una historia dentro de una caja, un universo propio.”

—¿Qué cambió en vos luego de esta exposición?

“Me animé a romper estructuras. A confiar en mi intuición. A crear sin miedo a las opiniones ajenas. A mezclar materiales sin pedir permiso. “ Esta muestra marcó un antes y un después en mi manera de ser artista.”

—¿Cómo viviste la experiencia de exponer tu obra en El Atelier de Lola?

“Me motivó a trabajar más de lo que imaginaba que podía. Me impulsó a pensar en exposiciones confortables, donde las puertas fueran una mirada personal. Cada obra surgió a partir de puertas que me llaman la atención, trabajadas con diferentes materiales y dispositivos.”

Pero su experiencia fue mucho más allá de la exposición.
Verónica encontró en Lola Palacios, artista y galerista, un apoyo fundamental para desplegar su autenticidad:

“La forma de ser de Lola, su forma de estar con cada artista, de recordar sus nombres, de preguntarles con interés genuino, hace que todo sea familiar. Te invita a quedarte. Te hace sentir en casa.”

En El Atelier, los artistas no solo exponen: forman comunidad.

“Solemos encontrarnos, compartir desafíos, hablar de todo lo que implica el camino artístico: la creación, el circuito, los obstáculos… Y Lola es una persona excepcional. Superó mis expectativas. Me hizo sentir acompañada en todo el proceso: en la creación y en el momento de brillar en la exposición.”

Verónica Fernandez

La propuesta de valor de El Atelier de Lola es clara: potenciar la individualidad de cada artista, respetando la autenticidad de cada mirada, de cada impronta.
“Ahí, cada artista tiene su camino, su desafío personal, y se respeta esa multiplicidad, esa riqueza. Lola tiene mucha luz para dar, y para respetar la luz de los demás.”


“Portales, ya no mires atrás” no es solo una exposición: es una invitación valiente a abrazar el cambio, a sanar, a cruzar nuestras propias puertas internas.

Es la certeza de que cada huella, cada textura, cada herida, puede transformarse en arte.
Es la prueba de que abrir puertas, incluso las que nadie mira, puede revelar caminos nuevos, auténticos, luminosos.
 

La artista Verónica Fernandez nos recuerda que crear es abrazar el propio recorrido, confiar en la voz interna y animarse a cruzar los portales hacia la mejor versión de uno mismo.

Porque, como en toda obra genuina, lo importante no es sólo lo que vemos, sino lo que somos capaces de sentir.

¡Te gustaría compartir tu arte con el mundo? Soy Mariana Urdaniz y te invito a seguirme, contactemos para que puedas potenciar tu mensaje con estrategias de comunicación específicas para artistas.

Y vos…¿Qué puerta cruzaste y ya no mirarás atrás?

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